La entrega oficial del velero como materialización del proyecto Econavipesca del Pacífico posibilita la navegación a vela y mejora las condiciones de vida de las comunidades pesqueras de Guapi, Cauca. El acto de entrega se realizó el pasado fin de semana con la presencia de delegados de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia y de la Embajada de Suecia en Colombia, quienes acompañaron a la comunidad en la puesta en marcha de la embarcación.
El proyecto fue liderado por la profesora Diana María López Ochoa, de nuestra Facultad, y su financiación fue de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Asdi). Participaron en él, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad del Cauca, el Royal Institute of Technology (KTH), la Universidad de Lund y las asociaciones de pescadores Aservipesca y Renacer Progresista Guapireño.
"El proyecto de Econavi Pesca representa un hito para lo que hace la universidad cuando une esfuerzos con las comunidades. No es fácil articularse con otras facultades, otras sedes, otras universidades dentro y fuera de Colombia y, además, con la comunidad. Pero aquí todas las instituciones tenían un propósito muy claro. Cuando ese para qué y ese por qué están alineados, es posible vencer obstáculos y trabajar de manera unida. Este proyecto permitirá pensar la pesca artesanal de manera sustentable. No es solo la embarcación: también implica políticas de gobernanza y estrategias conjuntas para que la pesca pueda sostenerse en el tiempo. Fue un proyecto desarrollado en medio del conflicto, con cuatro prórrogas, con un presupuesto reducido por la guerra en Ucrania. Y aun así se logró. Es bellísimo ver que, pese a las dificultades, este trabajo colectivo llegó a ser una realidad”, declaró la decana Eva Cristina Manotas Rodríguez tras su visita a la población de Guapi para la entrega oficial.
El proceso de investigación comenzó con un análisis etnográfico y socioeconómico que mostró que la creación de valor en Guapi funciona a partir de redes comunitarias basadas en la reciprocidad, lo que contrasta con los modelos económicos centrados en la competencia. Con este hallazgo, los investigadores desarrollaron un modelo conceptual ajustado a las particularidades del territorio, que orientó el diseño técnico y social de la embarcación. El resultado fue un velero híbrido que combina la navegación a vela con un motor intraborda diésel Volvo, donado por la empresa Chaneme.
Su diseño integra ingeniería naval, diseño industrial y la experiencia acumulada de los pescadores. Mantiene la eslora tradicional de las lanchas del Pacífico, pero amplía su manga para mejorar estabilidad e incorporar condiciones de habitabilidad dignas. La cabina cuenta con tres literas modulares, cocina y sanitario, elementos casi inexistentes en las embarcaciones artesanales. La cubierta, además, tiene protección contra lluvia y radiación solar, y la superficie vélica fue optimizada mediante simulaciones para lograr buen rendimiento con vientos variables.
“El propósito no es aumentar la captura pesquera, sino mejorar las condiciones laborales y de vida de los pescadores. Queríamos una embarcación que dignificara el oficio: que permitiera descansar, cocinar, protegerse del clima y depender menos del combustible, sin perder la esencia de la pesca artesanal”, afirmó Diana María López Ochoa, coordinadora del proyecto.
El proceso de codiseño permitió recuperar memorias marítimas. Los pescadores recordaron que la navegación a vela fue común en el Pacífico hasta la década de 1970, antes de que el motor fuera de borda dominara por su aparente modernidad. Pero esa transición trajo nuevas dependencias. Según López Ochoa, “el alto costo del combustible y el mantenimiento de los motores aumentan la vulnerabilidad de los pescadores. El velero híbrido reintroduce el viento como energía limpia, pero también como memoria cultural y autonomía tecnológica”.
Sebastián Loango, pescador de la comunidad de Guapi lo expresó así: “Los beneficios son muchos: la disminución de los costos de producción es uno de los más importantes, porque a veces uno sale a pescar y solo produce para pagar el combustible. Si alternamos vela y motor, los costos pueden bajar. Además, disminuye la contaminación por plásticos y la tala de bosques. No hay otra embarcación como esta en nuestra comunidad; la delegación fue muy comprometida y nos orientó con paciencia. Fue un proceso largo, pero fructífero”.
El velero fue construido en el astillero Tecnofibras Fernaín, en Buenaventura, con materiales compuestos de fibra de vidrio y resinas epóxicas, resistentes a la corrosión y de bajo peso. Ahora esta nave navega las aguas del Pacífico como símbolo de una alianza persistente y como un punto de encuentro entre la ingeniería y los saberes ancestrales que sostienen la vida de los pescadores de Guapi.











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