Escudo de la República de Colombia

A propósito de los 138 años de la Facultad de Minas, un recorrido breve por la obra de Pedro Nel Gómez

Los frescos de Pedro Nel Gómez no solo reflejan los cambios culturales de su época, sino que transmiten una idea de ascensión a través del conocimiento. Esta visión resulta especialmente relevante hoy, ante la acelerada producción y transferencia de saberes en ingeniería, que se aplican a sistemas y dispositivos duraderos.

 

 

El aniversario de la Facultad de Minas es una buena ocasión para reconocer las historias que hoy permiten celebrar los aportes que en su misión educativa ha dejado para la región y el país. Y en ese sentido, en un mero recorrido por la sede, se evoca la presencia de Pedro Nel Gómez, como figura medular en la convergencia de arte e ingeniería que fue decisiva para inspirar generaciones de ingenieros que han marcado el devenir nacional.

 

La idea de una universidad pública para el país se materializó oficialmente en 1830 y, con ella, nació la Universidad Nacional de Colombia, institución que en una primera instancia quiso preservar los saberes derivados de la expedición botánica y cuyo funcionamiento administrativo se dio principalmente en Bogotá. Paralelamente, en Medellín, funcionaba la Escuela Nacional de Minas desde 1887, institución que desde sus inicios lideró la formación de ingenieros a escala departamental. En 1944, ambas instituciones se fusionaron formalmente, y la Escuela Nacional de Minas pasó a formar parte de la Universidad Nacional de Colombia y fue la Facultad que inauguró la Seccional Medellín.

 

Pero, hubo un potente antecedente de la unión de ambas partes: desde 1938 el maestro Pedro Nel Gómez estaba dirigiendo los cimientos de lo que hoy es el Campus Robledo —Facultad de Minas— en una fusión de arte, ingeniería y con el objetivo de modernizar el trazado urbanístico de la ciudad, cuya población crecía cada vez más. Como egresado de la Facultad y a partir de sus aprendizajes de urbanismo, emprendió la conquista del espacio de formación que hoy conocemos.

 

El urbanismo, el paisajismo, la arquitectura, la pintura y la escultura eran una sola cosa para Pedro Nel y el conjunto de edificios de Robledo expresan esa mirada de un arte integral y múltiple. "Si te paras en la parte de abajo de la Sede y miras hacia arriba, ves que los bloques van en ascenso en la colina, y que hay un eje o un camino central que llega al fondo, al Aula Máxima. Con estas construcciones le dio un sentido progresivo al conocimiento, que conduce, con el paisaje, a un ascenso cultural y social; que además está conectado con la idea de desarrollo urbano”, sintetizó Diego León Arango Gómez, doctor en artes y autor del libro Pedro Nel Gómez y su época: un compromiso del arte con la historia

 

La idea de una "ciudad del conocimiento" fue una guía que marcó el territorio de la Sede Robledo, cuyos edificios están organizados de manera ascendente en una alegoría a la educación. Arango Gómez aseguró que la Facultad guarda algunas de las obras con mejores logros en toda la producción artística y estética de Pedro Nel, quien fue estudiante de ingeniería civil hasta 1921, pero no finalizó oficialmente su carrera hasta 1939, en un momento en que había retornado de un viaje académico y espiritual por Florencia Italia, que le dio las bases para ser profesor de la Universidad Nacional y para gestar la "nacionalización" de la Facultad de Minas, junto con los ingenieros Luis de Greiff y Gerardo Botero.

 

Arango Gómez relató que cuando diseñó la cúpula del Aula Máxima, Pedro Nel aplicó el bagaje arquitectónico adquirido en Florencia. "Es muy difícil construir una cúpula así, su estructura en hormigón es un soporte magistral que ha resistido a los temblores, el clima y el paso del tiempo; la única similar que hay en Medellín es la de la iglesia de San Antonio. Son domos con áreas muy extensas para soportar el peso de toda la armazón que es en cemento y hierro y esto sin decir que era solo la base para engalanar la sede con sus diseños. Cuando pintó esta cúpula se inspiró en Miguel Ángel y la Capilla Sixtina. Quienes trabajaron en tal obra refieren que la posición que asumió el artista para trabajar era sumamente incómoda, que pasaba horas enteras pintando, de espaldas al piso, mirando el techo, cubriendo con su Homenaje al hombre —1949- 1953— toda esa superficie”. 

 

Pero este ambicioso proyecto no fue el primer trazo artístico de Pedro Nel en esta Sede; ya en 1947 había realizado los relieves en arenisca de Boyacá a la entrada del bloque M3, en ellos hoy se aprecia la labor de la minería en la montaña. Estos se construyeron en un intento de rescate de los valores de los Andes y como reacción a las vanguardias latinoamericanas.

 

“Buena parte de la obra de Pedro Nel está vinculada con el muralismo americano —mexicano y brasilero—, un fenómeno que fue simultáneo a la difusión global de las vanguardias artísticas que aparecieron al principio del siglo XX en Europa y Estados Unidos. Como artista él propuso un rescate de las culturas regionales y los valores propios de las selvas antioqueñas y eso no solo lo vemos en los murales, sino en toda su obra”, destacó Juan David Chávez Giraldo, historiador del arte, doctor en Artes e investigador de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.

 

A partir de 1960, el maestro emprendió las narrativas visuales que se ven en el techo y los laterales del hall del bloque M3, las cuales hablan de la relación del hombre con la ciencia desde diferentes áreas. Entre los detalles más fascinantes de estos, está la representación de personajes históricos en los laterales. Chávez Giraldo ha logrado identificar a figuras clave del desarrollo científico y cultural de Colombia lo cual le ha permitido comprender más a fondo el mensaje que Pedro Nel buscaba transmitir: una visión integral de la ciencia, la cultura y el arte que, al igual que la arquitectura de la Facultad, busca expresar el progreso y el compromiso con el conocimiento.

 

 

Que haya elegido el fresco como técnica para estos murales delata un profundo conocimiento de los materiales y sus procesos asociados, ya que esta técnica requiere que los pigmentos se apliquen sobre superficies húmedas, lo cual demanda estudios previos profundos para lograr mayor precisión y una maestría que garantice que cada trazo es certero, ante la imposibilidad de corregir errores a posteriori.

 

“Al lado de los símbolos está la capacidad lógica, racional, matemática de Pedro Nel. Un artista puede tener muy buenas ideas, pero si no domina la técnica y los materiales, se afectan la calidad y durabilidad de las obras. Varios de los murales que se preservan en el Campus Robledo han perdurado ahí sin ni siquiera hacerles un gran mantenimiento, su calidad está a la vista de todos”, aseveró Chávez Giraldo.

 

Sobre la experiencia de transitar el bloque M3, en cuyo piso en granito se ve intacta una figura indígena geometrizada y diseñada por Pedro Nel, antes de entrar al aula máxima, Chávez Giraldo anotó en el artículo Del patrimonio arquitectónico de la Sede Medellín de la Universidad Nacional de Colombia que: "es rica por la diversidad de microcosmos, por la curvatura de sus circulaciones, por el manejo de ritmos, alturas y proporciones tridimensionales, además de los diversos tipos de luz que se perciben en cada lugar, lo que incluye el tiempo en el descubrimiento y el recorrido de este maravilloso inmueble patrimonial".

 

Estas y otras cualidades relacionadas con el tratamiento de las columnas y zócalos de estos edificios propiciaron que en 1994 los bloques M3 y M5 fueran declarados patrimonios nacionales. En todo esto está implicada la capacidad de Pedro Nel para integrar la ingeniería y el arte en una única visión coherente, en la que se fusionan ambos mundos para crear un espacio de aprendizaje.

 

En este 138 aniversario de la Facultad de Minas celebramos no solo su contribución al avance de la ingeniería en Colombia, sino también su papel como un espacio que preserva y promueve un legado artístico y arquitectónico invaluable. Como Alma Mater sigue siendo, hoy en día, un testimonio de la riqueza cultural de Medellín y de Colombia, y un recordatorio de que el arte y la ciencia, lejos de ser mundos separados, se encuentran en la base de toda verdadera educación.

Este es el inventario de obras que se pueden apreciar en un recorrido por esta sede:

 

Aula máxima —Bloque M5, 100—

 

  • El choque de dos olas, 1970. Pintura mural al fresco. 5,50 x 4,48 metros
  • Explosión de la flora, ca. 1952. Pintura mural al fresco. 5,50 x 4,40 metros
  • El hombre vence la gravedad, 1970. Pintura mural al fresco. 5,50 x 4,40 metros
  • Explosión de la montaña, ca. 1952. Pintura mural al fresco. 5,50 x 4,40 metros
  • La Patria, 1952. Pintura mural al fresco. 5,50 x 4,44 metros
  • Mineros en los organales. 1952. 5,50 x 4,44 metros
  • Homenaje al hombre, ca. 1949-1952. Pintura mural al fresco. 16 metros —diámetro externo— x 2,50 metros —diámetro de la linterna—

 

Laterales del pórtico de la Facultad de Minas, bloque M3

 

  • La nebulosa espiral y la ciencia, ca. 1960. 7,20 x 6,54 metros. Lateral derecho 
  • Creación de las repúblicas latinoamericanas pintura mural al fresco, ca. 1960. 7,20 x 6,54 metros. Lateral izquierdo

 

Tríptico del cielo del pórtico de la Facultad de Minas, bloque M3

 

  • Nacimiento de la ciencia en Grecia, ca. 1960. 2,80 x 10,00 metros. Primera franja
  • La astronomía, ca. 1960. 2,80 x 10,00 metros. Segunda franja
  • La física moderna, 1960. 2,80 x 10,00 metros. Tercera franja

Relieves

  • Familia de mineros
  • Los ingenieros de las minas

En la Sede El Volador, cerca del bloque M12 de la Universidad Nacional se preservan cinco piezas de mármol que simbolizan los mitos de la Pata de Tarro, la Llorona, el Gritón, la Patasola y la Androginia. Todas fueron realizadas por el maestro Pedro Nel Gómez, entre 1971 y 1974 y se recuperaron y se restauraron en 2010. 

 

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