Escudo de la República de Colombia

Las preguntas ante los orígenes del planeta y las particularidades de las rocas han hecho que en la Universidad Nacional de Colombia se preserve la única colección de meteoritos para enseñanza del país. En las oficinas 233 y 316 del bloque M1 de la Facultad de Minas, están clasificados entre un selecto conjunto de fragmentos del cosmos que contribuyen al entendimiento de cómo se formaron los planetas y, en última instancia, la Tierra. 

 

Estas rocas del espacio hacen parte del catálogo de más de 600 rocas volcánicas declaradas Bienes de Interés Geológico y Paleontológico por el Servicio Geológico Colombiano. La colección, aunque joven — empezó a gestarse en Bogotá en 2010— ha crecido con el tiempo hasta convertirse en una de las más completas de su tipo en el país; su incalculable valor oscila entre lo micro y lo macro: permite que un estudio profundo de las rocas y también da posibilidades de explorar los procesos que configuraron el sistema solar en su estado primitivo.  

 

"Los estudiantes de geología y demás ciencias afines necesitan entender el universo, el planeta, sus volcanes; pero antes no conocían los meteoritos. En ese sentido la colección se convirtió en una herramienta que permite que analicen, clasifiquen y aprendan sobre estos cuerpos celestes. En Colombia hay coleccionistas privados, pero no existen colecciones universitarias como esta", señaló su gestor y guardián, el profesor John Jairo Sánchez Aguilar, del departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas.

 

A pesar de la riqueza de los fragmentos espaciales en todo el mundo, en Colombia los meteoritos son poco estudiados y extremadamente raros. El país, con sus vastas y remotas zonas, no tiene un historial extenso de caídas de meteoritos. Hasta hoy solo están documentados dos casos: el meteorito de 700 kilogramos que cayó cerca de 1810 en Floresta, Santa Rosa de Viterbo, Boyacá; y otro que surcó el cielo de Cali, el 6 de julio de 2007 y ante los ojos de muchos espectadores, sus fragmentos fueron encontrados en los barrios Antonio Nariño y Laureano Gómez de dicha ciudad.

 

"Los meteoritos son piezas costosas", explica el investigador, que en su misión ha conseguido piezas de meteoritos de lugares tan distantes como Alemania, Estados Unidos y Francia. Según Sánchez Aguilar: "todos los cuerpos del sistema solar tienen el mismo origen. Todos los planetas, Marte, Júpiter, Saturno, la Luna, las lunas de Júpiter… todo el cuerpo del sistema solar fue originado hace mucho tiempo a partir de lo mismo. Este material, conocido como la nebulosa solar, es la clave para entender cómo se formaron los planetas y sus características químicas”.

 

En particular, los meteoros contienen "cóndilos", o bolitas formadas en las primeras etapas de la formación del sistema solar; y el análisis de estos habla de las condiciones más primitivas del cosmos. Además, ofrecen detalles sobre la diferenciación de los planetas, un proceso que ocurrió en la Tierra cuando estaba en su etapa más temprana. "La Tierra tuvo una época hace mucho tiempo donde estuvo fundida. Cuando a un cuerpo le pasa eso, en sus líquidos las cosas pesadas se hunden y lo liviano flota", explicó. Esta diferenciación, que resultó en la formación de la corteza, el manto y el núcleo de la Tierra, es un fenómeno que también se refleja en otros planetas rocosos.

 

En cuanto al estudio de meteoritos en la Universidad Nacional, Sánchez Aguilar comenta que la colección aún está en sus primeras etapas. "Comenzó hace unos pocos años y creo que hay un tiempo en el cual la gente primero se familiariza con eso. A medida que la colección crece, se espera que más estudiantes se interesen en el estudio de estos fragmentos y profundicen en su análisis”. Sin embargo, destacó que en la Universidad Nacional de Colombia ya se han realizado análisis geológicos y de composición química e isótopos sobre los meteoritos de Santa Rosa de Viterbo.  


La investigación con los meteoritos de la colección ha permitido también interacciones con la comunidad, personas de municipios como Betulia y Yarumal han llegado a la oficina del profesor John Jairo a preguntar si las piedras que han encontrado son meteoritos. Esto sin duda demuestra un creciente interés por el tema, aunque también plantea retos en cuanto a la autenticidad de los materiales.

 

El espacio es un lugar lleno de escombros de lo que no se utilizó para formar los planetas, el Sol o las lunas. Esos fragmentos pueden ser de varios tamaños, desde asteroides de cientos de kilómetros de diámetro, hasta los más pequeños meteoroides, que son los que más comúnmente caen en la Tierra. A pesar de los temores a impactos catastróficos, Sánchez Aguilar aseguró que la probabilidad de que un asteroide o cometa llegue a la Tierra y nos acabe es extremadamente baja.

 

"La Tierra diariamente recibe muchas toneladas de material extraterrestre, pero la mayoría de ese material es tan pequeño que cuando llega a la atmósfera se vaporiza", explicó el experto. En zonas como el desierto del Sahara, sin embargo, la probabilidad de encontrar meteoritos es mucho mayor debido a las condiciones del terreno. La arena, al ser uniforme, hace que sean más visibles. El estudio de los meteoritos no solo profundiza en la composición química de los fragmentos espaciales, sino que abre la puerta a investigaciones sobre la vida, ya que las rocas meteoríticas pueden albergar formas de vida extremófilas, como algunas bacterias que viven en vetas de cobre o debajo de la superficie.

 

Los meteoritos son las huellas de una historia cósmica que aún sigue escribiéndose, fragmento a fragmento y, más allá de ofrecer información sobre el pasado del planeta; pueden ser claves para entender cómo la vida prospera en condiciones difíciles, similares a las de otros cuerpos planetarios. Y en ese sentido, la Universidad Nacional de Colombia tiene un futuro prometedor para enseñar y entender el planeta que habitamos y su origen. 

 

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